Nos caracteriza, primero la vida contemplativa, búsqueda de Dios a ejemplo de San Agustín, quien buscaba la verdad, que es Dios mismo y habita en cada ser humano. Segundo, la vida comunitaria, ya que la búsqueda de Dios nos lleva al encuentro del otro para compartir la fe, la esperanza, y tercero, el apostolado con los enfermos, en quienes reconocemos el rostro de Cristo sufriente